¿Quién dice la gente que soy yo?

El texto de la primera lectura va dirigido a el mayordomo de la casa real llamado Sebná, que en su puesto tan influyente había cooperado en el abandono de Dios que sería causa de la perdición del pueblo. Isaías profetiza aquí que Dios lo despojaría de su puesto para dárselo a Eliacín. El puesto de mayordomo de la casa real contaba con gran influencia y poder, ya que estaba a cargo de todos los asuntos internos de la casa real. Vemos este poder que tenia el mayordomo representado por el símbolo de las llaves, que vestía en su hombro. Aquí esta la conexión con el evangelio, donde Jesús le otorga a Pedro este poder de las llaves, como mayordomo de su Iglesia en su ausencia, con el poder de atar y desatar, de abrir y de cerrar

La segunda lectura nos recuerda que los designios de Dios son a veces un misterio para nosotros. Frecuentemente no comprendemos lo que nos pasa, se nos hace imposible ver la mano de Dios cuando nos pasan cosas que a nuestro parecer son malas. Hay que poner nuestra confianza en un Dios que nos ama de manera infinita, y que quiere lo mejor para sus hijos. Debemos con humildad confiar en el poder y la sabiduría de Dios, que el tiene un plan para nosotros, incluso en las horas de oscuridad.

El evangelio de ese domingo abre con la pregunta suprema de nuestra vida de fe: “¿quien decimos que es Jesús?” Es algo que constantemente debemos preguntarnos para purificar nuestra visión y ver a Dios cada vez mas como es, y no hacernos un Dios de acuerdo a nuestro gusto. Aquí el apóstol Pedro da la respuesta correcta: “tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.” La respuesta es la correcta porque abarca la realidad de la humanidad y la divinidad de Jesús. Como Cristo, Jesús es el salvador, el mesías anunciado por los profetas y esperado por el pueblo. Como hijo de Dios vivo es el Verbo encarnado, el Logos, el Hijo, la segunda persona de la Santísima Trinidad.   Esta confesión de fe le gana a Pedro una bendición, una bienaventuranza, y le gana también el puesto de mayordomo de la casa real. Como vimos en la primera lectura, este puesto contaba con gran influencia, ya que estaba a cargo de los asuntos domésticos de la casa real. Jesús deja a Pedro encargado de su Iglesia al partir Jesús al Padre. Vemos como los apóstoles dejan encargados a otros hombres a continuar su ministerio, y el ministerio petrino continua hasta nuestros tiempos en el ministerio del obispo de Roma, hoy en día el papa Francisco. En este domingo, les invito a que oremos para que Dios nos conceda la gracia de tener una fe como la de Pedro, una fe que reconoce a Jesús como Mesías y Dios. Oremos también para tener la convicción de vivir nuestra vida de acuerdo a esta fe.

Lecturas de Esta Semana:

https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/082320.cfm

 

 

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